Lola
Fuente: http://www.extremaduraaldia.com

Extremadura es conocida por su dispersión geográfica. Cocemfe-Badajoz es consciente de ello, y considera que existe una fórmula con la que poder intentar dar solución a las personas con discapacidad que necesitan encontrar un trabajo, y a la vez, informar a las empresas de los beneficios y ayudas con las que pueden contar.



Se trata de una unidad móvil itinerante para la formación y el empleo pensada para acercar los servicios que ofrece Cocemfe a las zonas rurales. Sobre todo para aquellas personas que tienen un gran problema de movilidad.
Cocemfe, a nivel estatal, cuenta con un vehículo para este fin. Con un espacio para empresas, y un espacio para usuarios de Cocemfe, se busca ofrecer información y ayudar a las personas discapacitadas a encontrar un trabajo, gracias al Servicio de Integración Laboral (SIL). Dicho de otro modo, se trata de acercar los servicios que Cocemfe realiza en sus oficinas a las zonas rurales.
Este vehículo tendría una gran importancia en una región como Extremadura. Sin embargo, hace falta financiación para poder adquirirlo. Durante unos días, Cocemfe-Badajoz ha contado con esta unidad móvil itinerante para mostrar, en diferentes municipios, cómo funciona.
En el día de hoy, esta unidad móvil ha estado ubicada en la Plaza España de Mérida, donde se ha podido comprobar cómo funciona. Una persona, con problemas de movilidad, ha accedido en su silla de ruedas a esta unidad, donde la técnico de Cocemfe le ha ofrecido la información necesaria. En la parte delantera del vehículo, se encuentra ubicada la ‘sala de reuniones', un pequeño espacio donde el empresario podrá conocer las ayudas existentes por la contratación de una persona con discapacidad.

Una usuaria accede a la unidad móvil itinerante de Cocemfe
Una usuaria accede a la unidad móvil itinerante de Cocemfe

El presidente de Cocemfe Badajoz, Jesús Gumiel, ha explicado que la intención de adquirir una unidad como la que estos días está recorriendo la provincia de Badajoz responde al objetivo de intentar llegar a todos los municipios, al medio rural.

En este sentido, ha explicado que la unidad móvil que hoy ha estacionado en la capital extremeña es la "única" que existe en el territorio nacional. Hace un par de años, fue financiada por ‘la Caixa', como así se ve en la propia unidad. La intención de Gumiel es encontrar algún tipo de financiación para que esta unidad pueda ser una realidad también, en el próximo año, en Extremadura.
La idea es que los diferentes técnicos con los que cuenta Cocemfe Badajoz visiten los municipios de la región para poder informar sobre accesibilidad y empleo. Porque además del empleo, también se ofrece asesoramiento sobre accesibilidad. Todo ello, gratuitamente.

Tras el pasado de la unidad móvil por diferentes localidades, donde ha causado "sensación", se ha podido demostrar que existen "herramientas" para solucionar los problemas de las personas con discapacidad, pero hace falta contar con "los recursos necesarios". Por ello, Cocemfe apuesta por este tipo de herramientas, para lo cual, ha reiterado que necesita de algún tipo de financiación.

CONVENIO ENTRE EL AYUNTAMIENTO Y APAMEX

Jesús Gumiel explica a Balastegui el funcionamiento de la unidad y como funciona Cocemfe
Jesús Gumiel explica a Balastegui el funcionamiento de la unidad y como funciona Cocemfe
Por su parte, el delegado de Tráfico del Ayuntamiento de Mérida, Manuel Balastegui, tras su encuentro con Jesús Gumiel, ha informado que el Consistorio tiene previsto suscribir un convenio con Apamex (que se encuentra englobada en Cocemfe) para "seguir procurando la accesibilidad universal y la eliminación de barreras arquitectónicas que es muy importante". No ha podido adelantar más porque "acabo de llegar", y ha afirmado que aún no conoce bien el tema.
La idea, según ha explicado Gumiel, es contar con Apamex para las cuestiones relacionadas con la accesibilidad. Desde esta Asociación, ofrecen asesoramiento sobre la normativa vigente en este sentido, sobre las subvenciones existentes, adaptaciones, y ayudas técnicas, entre otros. Así, ofrecen charlas a los técnicos de movilidad de los Consistorios y hacen recomendaciones a las empresas de cómo adaptar un puesto de trabajo, por ejemplo.
Ana
Lola

Cuando Petra conoció a Manuel, éste ya prácticamente no se levantaba de la cama, de él había escuchado que era la única persona de Guareña que sabía el nombre y apellidos de todos sus vecinos, según le dijo, era porque todas las personas los tenemos escrito en la cara igual que también nacemos con un determinado color de pelo, era una especie de don que se le había concedido, una extravagancia que en otro tiempo le hubiese llevado a ganarse la vida en un circo y que ella puedo comprobar muchas veces, a lo largo de los meses que compartieron.
Ella llegaba cada mañana a la casa de él cargada con su pequeño maletín lleno del instrumental para curarle las escaras abiertas en su ajado cuerpo, a consecuencia de los años, y las largas horas tumbado, y en ese rato él le contaba con los ojos cuajados de añoranza, muchos de sus recuerdos y vivencias con todo el lujo de detalles que deja el sufrimiento. Ambos disfrutaban de esos momentos, tanto es así que llegaron a crear una amistad que sobrepasaba el hecho de que él fuese uno de los muchos pacientes a los que tenía que visitar a diario.
Hablaban de muchas cosas, pero para Manuel uno de los temas más recurrente era el de la Guerra, según le decía a Petra, esa le habían dejado las verdaderas yagas, las que a pesar de sus buenas manos y empeño nunca le podría sanar. Sé lo decía mientras le sonreía con el gesto torcido mezcla del dolor y la simpatía. Ella le escuchaba con tanta atención, que más de una vez el alcohol del algodón se le había evaporado.
Recordaba especialmente el día que el viento proveniente de Don Benito, anunciaban el levantamiento, el viento y Pepe el de Correos, confirmaron que los marxistas se estaban reuniendo en el Ayuntamiento, como habían supuesto, todos los que como él, pasaban la tarde en el casino, y desde allí dieron la señal, mientras los Guardias Civiles se acuartelaban apoyados por unos veinte simpatizantes del pueblo que se denominaban falangistas.
El recordaba muy vivamente el sonido de esos disparos, y el enfrentamiento de los leales a la Republica, al grito de ¡Viva Rusia y muera España!, así como la irrupción de los nacionales, formando unos y otros un frente de Resistencia, donde la Iglesia de Santa María fue el testigo mudo recibiendo la peor parte al ser derribada su torre de un cañonazo.
También le contaba todos los chismes, unos más verdad que otros, sobre las venganzas que tanto un bando como el otro estaban acometiendo, siendo los protagonizados por los que luego la historia ha llamado vencedores las que hoy más recuerdan, pareciendo que los otros se perdonaban por vencidos.
Bandos, ¿quién les había preguntado?, cuando las tropas ocuparon el pueblo abriendo las puertas de par en par, para establecer y ocupar las posiciones adecuadas, solo se podía estar a favor o en contra y se solía optar por salvar la vida y la de los tuyos, y muchos de los llamados nacionales dieron la cara por los habitantes de las mismas, respondiendo por ellos evitando que los fusilaran, solo por el hecho de saber quien eras o vivir donde vivías.
Hasta en tiempo de guerra y sobre todo si ésta dura varios años, hay periodos de relativa calma, se crea una especie de convenio tácito de convivencia. En ese tiempo, es cuando Manuel, se dedicó activamente a esconder, a vecinos y amigos, fue una vasta tarea, en lo que tuvo que cambiar la ubicación de los mismos innumerables veces, contaba aun con pavor la noche en que fusil en mano, el brigada de guardia le había parado. La describía como la única vez en que sintió el frio de la muerte inminente. Esa noche no se diferenciaba mucho de otras muchas, en las cuales Juana con más disgusto que alegría le preparaba el pote, aquel gran recipiente de metal abombado donde ella echaba todos los días unos cuantos garbanzos aguados. Al salir de la casa el asa caliente se le clavaba en la mano, y también como siempre tuvo la precaución de esconderlo bien bajo la desgastada pelliza.
Casi llegando al último emplazamiento, el brigada salió de la nada, se notaba divertido con la situación, y a pesar de la crueldad que le ponía a la mirada, no contaría con más de 16 años. Llevaba ya dos días sospechando de Manuel. Con toda tranquilidad, con la punta del arma, le retiro a un lado el pico de la zamarra.
Todo el que escucha una historia sabe que la objetividad, no es el principal protagonista, pero eso no le quita ni un ápice del interés que te despierta por ello y en este momento del relato es el que con toda intención Manuel siempre paraba… y seguidamente clavándote la mirada,proclamaba la frase que le había dicho:
-Id a cenar juntos, que juntos luego haréis la digestión.
Como tantas veces, ese día Petra estaba escuchándole la historia tantas veces contada, pero como novedad Manuel llegados a este punto, le pidió que acercase su oído a sus labios, cosa que ella no le negó, porque sabía lo mucho que le costaba últimamente hablar.
En el momento en que se rozaron, él le susurro una sola palabra,
-Ana
Este el último suspiro, se lo había dedicado a esa pequeña criatura que se estaba gestando en sus entrañas, era el nombre que sabía que le hubiese leído en su carita, no sabiendo ni Petra que estaba embarazada.




Aunque en este tiempo este tan mal visto, eso de seguir una novela, Amar en Tiempos Revueltos, me saca de la rutina un rato todas las tardes, Gracias Laly por este precioso encargo.